viernes, 28 de enero de 2011

La chica del valor

May tenía esa clase de mirada clara que cambiaba de color cada poco tiempo, como si ni ella misma supiera quién era. Tenía el pelo alborotado y estaba tan delgada que parecía irse a caer con cada soplo de aliento. Se movía enérgica limpiando mesas en ese maldito bar, con una sonrisa gigantesca que desentonaba entre tanta mierda, que parecía romper el vacío en dos.
No creía en nada, pero el universo entero parecía confiar ciegamente en ella. Brillaba. Y su luz no cegaba, solo me alcanzaba como un suspiro, me levantaba y huíamos de los pantanos cogidas de la mano, ella sonriendo, yo odiando el momento en el que no nací en su piel.
May tenía siempre la última palabra, y una voz suave y firme, como si su conciencia fuera inamobible. Como si ella sola pudiera contra todo. Era frágil pero nada podría jamás derrotarla. Como si los granitos de su nariz fuesen a exorcisar todos los fantasmas del mundo, como si su olor a limón pudiese joder a cualquiera.




Como si fuese especial.

1 comentario:

Barba Azul dijo...

Mujer de mi pesadilla, aunque oliese a limón. =)