sábado, 15 de noviembre de 2014

Prince of a Thousand Enemies

All the world will be your enemy, 
Prince of a Thousand Enemies,
And when they catch you
They will kill you
But first, they must catch you. 
Digger, 
Listener, 
Runner, 
Prince with the swift warning
Be cunning and full of tricks
And you people shall never be destroyed. 


domingo, 9 de febrero de 2014

Extraordinary people

Hace tiempo que ya no lucho, ya no me como la cabeza.


Había una vez un hombre. Un hombre fuerte y solo, de ésos que nos enamoran a todas. Un hombre con principios, de los que quedan pocos. Caballero y capullo a la vez, me había robado el corazón.




Me había quitado mis letras.


domingo, 3 de noviembre de 2013

Mañana, 1 de noviembre


Había una vez un niño blanco como la leche. Como una nube; como el infinito.
El niño sin nombre había pasado toda su vida en una jaula de cristal. Ahí vio morir a su madre, tuvo que despedirse de su hermano y conoció a su primer amor. Ahí sospechó por primera vez que debía haber un mundo fuera, que todo debía ser más brillante y azul.
Quería explorar ese mundo con todas sus fuerzas, pero nunca encontraba el momento; nunca se atrevía.


El niño, que toda su vida había vivido entre barrotes de unos y de otros, cogió fuerzas y un día se marchó para siempre.



¿No he dicho nada de sus ojos? Eran de un azul oscuro y perforador, como si la muerte fuera lo más bello del mundo.

Para Ruppert

miércoles, 7 de agosto de 2013

Bien

Hace tanto tiempo.

El cielo, negro muerte, se ilumina cada 3 décimas de segundo con tonos blanquecinos y enfermizos; relámpagos y fuerza.
Me siento empequeñecida. Soy tan minúscula que no puedes verme, que no me conoces. Soy tan ridícula por fuera; quiero mostrarte un mundo, mi mundo de colores y fuerza, timidez y cinismo. Quiero desplumarte las alas para que no puedas volar a ningún sitio y te sientes conmigo para siempre o hasta que me canse.
Supongo que quiero sentir algo hasta que duela en los huesos y luego sentirme otra vez bien sin esfuerzo.




Estoy bien. Ni feliz, ni eufórica, ni fuerte. Estoy simplemente bien, y eso es la muerte del alma: la espiral de entretenimiento inútil.


jueves, 4 de abril de 2013

SLIDE


Es extraño como pienso en ti, sombra anónima, y siento que tú me conoces más que nadie.
Entiendo a la gente; siempre me han gustado los desconocidos, des del momento que empiezas a conocer a alguien empieza a decepcionarte. Es mejor no comprender las motivaciones de nadie, dejarse llevar.
Es extraño como pienso en ti, sombra anónima, y me haces fuerte. Para sobrevivir no necesito que me quieran, me hagan caso o me cuiden, sólo que me conozcan. Sólo que alguien me conozco, que tú sigas haciéndolo. Para ser feliz ya es otra cosa.
Es extraño como pienso en ti, sombra anónima, y aunque no existas mueves montañas en mi cabeza, eres mi alma gemela. Eres mi pasado mis sueños y mi corazón, mi estómago vacío y la música y la guerra y la muerte. Eres yo y somos uno.


*      *     *     *     *




Siento una vacío en mi mente. Un vacío lleno de deseos, supervivencia, muerte, comida, frío y fuego. Siento que aunque no lo sepáis, mis pequeños fantasmas, soy una copia perfecta de cada uno, que encajo perfectamente en cualquier sitio; soy plástica, flexible, infinita.
Soy mente sobretodo, y no me arrepiento de nada.



lunes, 11 de marzo de 2013

El mundo de fuera


Espero que nunca me busques ni me encuentres. Espero que huyas y no te apartes de mí.

Había una vez una chica con el cabello granate difuso y la mirada gris plata. La chica vivía en un pequeño pueblo costero tan pintoresco que daba arcadas. Nunca pasaba nada; los pescadores salían a pescar todos los días y las panaderas hacían pan y los niños jugaban y el cielo siempre era plata claro. El sitio rezumaba tranquilidad, hasta felicidad opaca, por todos los rincones. Nadie aspiraba a nada, nadie se quejaba de su vida.
En toda la historia del pueblo sólo había salido una persona de allí; hacía más de un siglo un hombre había huido de la calma asfixiante para visitar otros mundos. Al cabo de 20 años volvió con unos 40 años y barba de explorador; la mirada castaño brillante. La gente del pueblo, con recelo y curiosidad, le preguntaron qué había visto ahí fuera, qué maldades y qué vicios había más allá de ese cielo nublado perpetuo. El hombre sonrió, casi complacido, y mostró su lengua; un muñón de carne cortado. Los habitantes de tan calmado lugar nunca más volvieron a dirigirle la palabra al hombre, horrorizados para siempre. Con el tiempo la historia pasó a ser una anécdota. Con más tiempo una leyenda y por último un cuento de niños para disuadir a cualquier mente más precoz de abandonar esas cuatro calles y playa.
La chica conocía de sobra la historia. Había soñado con ella, meditado, reflexionado, pensado, se había obsesionado hasta límites inimaginables. Un día decidió coger una maleta vieja, llenarla de galletitas saladas y salir en busca de otros horizontes.
Pasaron los años y una mañana de otoña la silueta de la chica reapareció en las calles del pueblo. Ahora era una mujer, de pelo largo y canoso y ojos penetrantes.
Los habitantes del lugar, temerosos de ella, la rehuyeron durante días, semanas y meses. Aún así al chica conservaba la sonrisa de paz que había traído consigo el extraño de siglos atrás. Era una mueca de felicidad casi antinatural, irradiaba júbilo por las pupilas.
Un día, un niño, ahogado en curiosidad, se acercó a la mujer para preguntarle qué maravillas, qué obscenidades y qué juegos había visto allá fuera. Era el único que se atrevió a acercarse a ella después de tanto tiempo, y el último que lo intentó.
Era invierno tarde y el niño se dirigió a la cabaña, más apartada, que pertenecía a la chica. Nadie se acercaba nunca ahí; el niño soñaba con historias de dragones y magdalenas rellenas de chocolate y cachorros y malvados tullidos. Así pues, llamó a la puerta con mano temblorosa. La mujer le abrió en el acto, casi como si lo estuviese esperando. Nada más entrar le ofreció té y le contó al chaval todo lo que quería oír  Historias injustas, mágicas, crueles y ordinarias. La mujer tenía una lengua de plata, le relató todo lo que había más allá de las calles de ese pueblo, y luego más allá aún del horizonte. El niño escuchó completamente hechizado toda la explicación, sin darse cuenta de nada más, sin dejar de mirar sus ojos gris profundo.
Cayó la noche y el muchacho se disculpó, pues tenía que volver a su casa. La mujer, cálida como siempre lo acompañó a la puerta, le dio un beso en la mejilla y le prometió más historias y más mágicas la próxima vez.
El niño, lleno de ilusión y con la mente adolorida de tanto júbilo, se giró mientras bajaba hacia su casa para saludar una vez más a la mujer sólo para descubrir, horrorizado, que la mujer, sonriéndole tranquilamente des del rellano, no tenía manos; sólo dos muñones de carne anormales.

viernes, 4 de enero de 2013

La cueva





Voy bajo tierra. Peldaño a peldaño; la roca ha ido cogiendo forma de escalera. Voy a la cueva.
El cielo es del azul del mar y me pregunto el porqué de tantos colores siempre. Será que me recuerdan a mi.
La cueva es un lugar secreto, escondida por una especie de sauce o planta trepadora gigante. Allí estás tú, con tu vestido a rayas y tu sonrisa tan pintada y tan natural. Con los ojos tan iluminados siempre.
Me deslizo bajo tierra, con los pies cubiertos de fango y trocitos de hojas marchitas. Me encanta el otoño, así que aquí siempre lo es. En mi estación eterna y mi cueva pintada, ahí me esperas tú.
Sonríes aún más al verme entrar y me das la mano, cálida como el Sol. Lo único que hay en al cueva, a parte de tu silla, son una extrañas y confusas estanterías repletas de libros y un espejo escondido en algún rincón. Tú y yo los hemos leído todos. Tú y yo nos hemos visto en el espejo, hemos concentrado hasta que nos sangraba la vista en él hasta en los peores momentos. Tú y yo somos alma y mente, uña y carne, hambre y muerte. 
Me rozas la mejilla con los labios y de pronto, te apartas y empiezas a coger una postura extraña. Me clavas la mirada y levantas un brazo por encima de la cabeza, doblas als piernas de forma inhumana y el cuello como una poseída. Me clavas tu mirada relajada. En esa postura completamente anormal empieza a salirte pelo de los brazos morenos. Cantidades de pelo exageradas. En unos segundos toda tú estás cubierta de pelo y tus rasgos parecen tener una forma canina. Eres una especie de mutante entre mono asesino y lobo simpático en un vestido a rayas.
- ¿Quién eres?
- Soy hambre. ¿Quién eres tú entonces?

martes, 4 de diciembre de 2012

Monstruos


Qué triste es no escribir pensando en quién me leerá.




Había una vez un niño de ojos chocolate y mirada acusadora. Tendría unos 4 años y esa sonrisa que deja ver que aún no se sabe nada del mundo, pero era un demonio. El niño se pasaba los días caminando por un sendero de montaña, día tras día el mismo sendero, mismos pasos, misma ruta, mismas muertes. No tenía casa, pues dormía al lado de una perra salvaje que lo había tomado por cachorro y comía pequeños conejos cazados.
El niño iba todos los días por ese camino con un cuaderno bajo el brazo y una sonrisa de bienvenida a su mundo para todo el que pasase; esa montaña verde marino, azul petróleo, calma asfixiante. Sabía que debían haber praderías más allá de esos horizontes, pueblos y ciudades quizá con gente tan diferente a él como es tu mayor sueño del mío; así pues el niño no quería saber nada, sólo deseaba vivir atrapado en esa monotonía.
Llevaba una libreta de tapa rojo cielo siempre bajo el brazo, y cada vez que veía a algún hombre o mujer, gusano o puta, ángel o diosa, pasando por el sendero revisaba frenéticamente su lista de nombres esperando que coincidiese. Y siempre coincidían.
Una vez que el niño encontraba tu nombre en al lista estabas condenado.
Un día que el viento quería arrancar los árboles de cuajo había llegado a parar ahí un hombre joven, de piel oscura y cara amable. El niño se le había acercado sólo un rato, el suficiente para intercambiar un saludo y un par de acusaciones. Dos noches después encontraron al hombre colgando de una biga con una soga en el cuello y los ojos de vidrio.
Una vez una mujer, ya entrada en años, estaba caminando por el sendero de tus sueños. El niño se le acercó con la misma sonrisa que recordaba a un bollo de chocolate o a tus brazos una tarde de lluvia  y la libreta bajo el brazo. Los nombres siempre coincidían; una semana más tarde la mujer estaba tendida inerte en un charco rojo sangre.
Ese destino lo sufrieron miles de personas; el hombre de la cabeza de gato, la chica de los kiwis, la zorra de tu mujer, el viejo invisible.
Rechazo, rechazo, bienvenida a casa. 
Un día particularmente azul esmeralda una chica de unos 20 y tantos cogió ese sendero. La chica era completamente rosa; todo su cuerpo, pelo y pupilas eran rosa pastel. El niño se le acercó por enésima vez y la chica le sonrió. Su nombre coincidía con su lista de almas culpables. Hizo lo que hacía siempre. ¿Qué cambiarías? Pasó a ver la lista de pecados  de la chica, los peores que había visto en sus miles de años transitando el mismo camino en tu imaginación. Y justo en el momento en el que la mirada de la chica rosa debía volverse blanca y vacía, para encontrarla horas después inmóbil y rígida, ella sonrió. El niño la miró sin comprender. ¿Qué cambiarías tú? La  chica lo cogió de la mano, la mirada clara como la luna, y llevó al niño demonio de chocolate hasta su palacio rosa chicle, donde el niño creció y olvidó toda su infancia milenaria.
Años después, cuando el niño ya era un hombre y la chica seguía siendo una chica, ella lo llevó de vuelta a su sendero y le devolvió su cuaderno. El hombre, por unos instantes, no recordaba nada. Al abrir su cuaderno, sin embargo, ahí estaba su nombre, en trazo grácil y muerte.
Entonces él lo recordó todo, se levantó y se fue, dejando atrás todas las preguntas.
Dos días después lo encontraron con la mirada de vidrio y agua en los pulmones.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Elige un color.


Elige un color.
-Azul.
-A-Z-U-L. Escoge un número.
-Ocho.
-1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8.
Elige otro número.
-Quince.
-1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15.
Elige otro número.
-Seis.
-Muy bien.

"Los sueños son tu destino".



A veces confundo conceptos. 

jueves, 4 de octubre de 2012

Jueves


No estoy aquí. No estoy en ningún lado.
Recuerdo las tardes oscuras en las que aún dudaba de la existencia de ciertos fantasmas que alguien se empeña en confundir con gente real con piel y pesadillas. No entendéis la metáfora, no sabéis nada.
La vida está en el movimiento constante, en no pensar y ser tú mismo y no recordar nunca ni poder soñar, y no voy a parar.

Hace tiempo que me planteo borrar el blog, espero que nadie lo lea ya.






A lo mejor todo va bien..