martes, 4 de enero de 2011

Me he perdido (I)

Me estoy perdiendo... ¿dónde ha ido a parar el sujeto que iba a clase de física con ojeras, y los ojos envenenados en sangre y promesas de maldición?
La que no pensaba jamás en el porqué, solo en el cómo, solo en el placer. Los viejos planes son ya lágrimas mudas sosteniendo el muro en ruinas, casi derrumbado, apagado.
 La vieja fachada de mentiras flojas y mundos siempre perdidos, lejos de mí. La llama que siempre me alejó del vacío de la realidad se está extinguiendo, sumiéndome otra vez en la inexistencia, porqué estoy aquí, pero no existo, porque no pienso. Sumiéndome otra vez en el dolor anónimo de la rutina, en la vergüenza inexplicable, los complejos de la vida.
Mi salvación se está escapando. Pasa delante de mis ojos, sin ni siquiera parpadear, sólo derrochando palabras de reproche: la culpa carcomiéndome por la inocencia que perdí hace mucho en las palabras de aquel extraño de mi mente que solo susurró lo que siempre supe y nunca vi.
La llamarada de algo inexistente, algo que nunca fue lo que parecía y que nunca nadie más percibió se extingue, lentamente, casi sin notarlo y al mismo tiempo sufriendo cada segundo de oscuridad. Cada instante de vació nos aproxima más al final. Al final de lo único que siempre importó y al que nunca prestamos atención. Al final de las malgastadas noches, entre dolorosos recuerdos y risas estúpidas. Entre desesperación y fuerzas, estamos más cerca. Siempre tocándola, siempre allí, sumidos en oscuridad.


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