martes, 5 de abril de 2011

La vida que jamás tuvimos

Pasábamos las tardes desperdiciando los granitos de arena que se deslizaban por el interior del reloj. Contábamos pilas, de ellos y de las gotitas de lluvia que se deslizaban cristal abajo por la ventana, haciendo carreras a ninguna parte.
Ibas en pijama y yo en chándal, sin peinar, era innecesario para follar en la encimera.
La rutina se adueñaba de nuestars vidas, pero no había nada monótono en ello. Simplemente, era como tenía que ser.
Una vez te corrías tirando el salero por el suelo bajabas, me mirabas y sonreías, prometiendo que desde aquel momento lo haríamos como la gente normal; que desde entonces iríamos al cine a ver chorradas pseudorománticas, nos vestiríamos como gente decente y haríamso el amor en la cama. No más follar en la encimera; por unos instantes dejabas que esa fantasía inmunda pesara sobre nuestras mentes. Acto seguido me saltabas encima y coreabas a voz en grito alguna canción que sonara de Ac/Dc, me hacías ir hacia cualquer rincón de esa casa que se caía a pedazos y me follabas como si no hubiera mañana. Hablando claro y sin entrar en detalles.
Algunos días, que no todos, te ibas a comprar provisiones. En algún momento teníamso que salir de casa y comprobar que el mundon de fuera seguía donde lo habíamos dejado, decías, pero a mí poco me importaba si la onda expansiva de una explosión de dimensiones monumentales hacía volar nuestros sesos y lo mandaba todo a cagar. Total, morir juntos no sonaba tan mal. Morir juntos mientras tu piel estremecía la mía y te bebías mi mirada a base de embestidas sonaba a paraíso. Morir contemplando el lunar de tu mejilla izquierda agitarse con tu aspiración debía ser el jodido paraíso, o lo más cerca que un mortal podía estar de él.
Cada día despertaba con eso en mente.


Pero en un determinado punto algo cambió. Algo dentro de mi pequeño y perfecto universo se jodió.
Un día te fuiste a por más café (de ese tan amargo, sigo sin entender a día de hoy cómo podías beberte esa mierda). Total, que ésa fue la última vez que te vi.
Sólo recuerdo despertarme y ver un techo blanco sobre mi cabeza. El fluorescente iluminaba la estancia, que parecías más que nada minimalista. Cama con sábanas de algodón debajo de mi cuerpo y un hombre de unos cincuenta que me miraba fijamente. El hombre me sonrió, como intentando tranquilizarme. Tenía una libreta al lado, y vestía bata blanca. Sus gafas eran desmesuradamente gruesas. Entonces advertí el lunar, debajo del ojo izquierdo.
-Veo que la medicación le hace efecto.

3 comentarios:

Advenedizo. dijo...

bueno, el caso es que esto es tremendamente romántico, jaja

tranquila, lo superarás.

lachicadeloskiwis dijo...

Como excusa puedo decir que es la única forma de amor en la que creo, lo delirios, por lo que tampoco estoy perdida (aún) xD

Juan Carlos dijo...

no es romantico.. es ideal!! hasta lo del de la bata blanca..
yo tb sueño con un mundo asi.. o con alguien que no le importe que el mundo conmigo fuera asi =)