martes, 29 de marzo de 2011

Instantes sin amo ni correa

Hace tiempo conoció a una chica. Era lo que algunos llamarían especial. Lista, guapa. Follaba como la peor de las zorras y decía quererle. Él hacía como que la creía y seguía disfrutando del juego preguntándose cuándo acabaría esta vez. Porras mentales sobre lo que el autoengaño le duraría a ella.
La razón era una sombra que le perseguía media vida. La otra mitad estaba perdida en callejones nublosos por el alcohol y felicidad artificial.
Ella se fue. Siempre pasa así, según dicen.
En aquellos tiempos la felicidad parecía pagarse con desesperanza, y la intuición con la vida.
El rencor era algo dulce, fácil. Predecible y satisfactorio.
Ella volvió. Quizá porque se aburría, quizá porque quería arreglarlo. Pero las segundas oportunidades eran para ilusos sin dignidad.
Él se fue. Casi nunca pasa, según dicen.
Quizá dejaba atrás su pequeño atisbo de felicidad por miedo a que todo volviera a joderse. Quizá fue sólo por orgullo, de ese que corroe las entrañas y no olvida.

I estaba sentado en un callejón. Juraría que miraba hacia el cielo borroso de esa ciudad que robaba los recuerdos. Parecía un alma sin correa. Sonreía, y casi parecía feliz. Aunque en el fondo I siempre era feliz. Había algo en sus gestos, en su todo de voz demasiado rápido e intranquilo que decía que conocía el truquito de la felicidad. Maldita suerte la que tenía.
Me clavó esos ojos, extrañamente dulces en alguien que en el fondo era el rey de los hijos de grandes putas.
-Sabes C, tú molas. Esto mola. ¿Por qué coño se pasan la vida en curros que se la sudan, con zorras que sólo quieren chuparles el alma y la cartera hasta encontrar a uno que dé más de si? Si al menso se la chuparan lo entendería...
Me reí como no pensé que sabía hacerlo.
En el fondo la fórmula de la felicidad (como rezaba Coca Cola) se basaba en la misma bebida con un componente alcoholico.
Le presté mi teoría.
-Oye, si de verdad crees que hay alguna forma para eso es que eres más estúpida de lo que ya admites.
-Joder, ¿es que siempre tienes que clavarla?
-Se hace lo que se puede.
-Pero volviendo a lo de antes, ¿por qué te fuiste, realmente?
-Porque soy una mala persona, y lo disfruto. Y no sé como se me dan tan bien las personas, si ni siquiera me gustan. En el fondo es tu culpa de que sea así. ¿Cómo se te ocurre decirme que si soy feliz jodiendo al mundo tengo todo el derecho a hacerlo?
-Supongo que puedo considerarme realizada en la vida.
-Supones bien, ¡has creado un monstruo!
Sonreí. Y fue de verdad, no una sonrisa tonta porque no sabes que hacer con la cara o donde mirar. Sóo se me escapó unos momentos.
-Se hace lo que se puede.



Motö:D

domingo, 27 de marzo de 2011

Pulsares

Luz fugaz. Suicidios neuronales prematuros.
La felicidad es como un maldito pulsar. Yo soy como un maldito pulsar. Y yo soy tu odio echo venganza, yo soy tu amor imposible yendose. Soy todas las ideas que decides ignorar. Soy todos los días que quieres acabar. Soy todo el sudor que malgastaste en polvos cutres. Soy todas las venas cortadas, cuellos rotos, agujeros de bala que sueñas con llevar a cabo. Soy todo la cafeína que te puedas tomar. Yo soy tu salvación, tu alma, y tú eres la mía.

Noche inconstante. Masoquismo innecesario.
La desgracia es como un jodido pulsar. Tú eres como un jodido pulsar. Tú eres todas las patrañas cursis en las que vomitas. Tú eres todas las iluminaciones que me puedas prestar. Eres todos los instantes que sueño con que no pasen. Eres todos los incendios que provocaron tensiones sexuales no resueltas. Eres todos los fantasmas que deciden torturarme, todos los besos envenenados que la final no me mataron, los rayos solares que me dejarán ciega. Tú eres mi destrucción, mi vida, y yo soy la tuya.


¿Era eso el orgasmo del intelecto, fundir tu mente follando a ratos?

viernes, 25 de marzo de 2011

Todo está podrido

Hay cosas tan claramente jodidas que ni siquiera hace falta explicarlas.
No tenemos consciencia. Menos aún alma.
Pero, ¿sabes? Nada va a cambiar. Nos vamos a pudrir en estiércol mientras las campanas de la rendición estallen en nuestros tímpanos.
Necesitamos manuales de supervivencia. Necesitamos escapar, huir volando, cuánto antes, lejos. Tan lejos que ni siquiera distingan nuestros ojos del ano. Tan lejos que la muerte de las estrellas sea cercana, que nos ciegue y nos mate en estallidos bestiales de energía en estado puro. Esa que perdimos hace tanto.
Tu puta alma es una estadística, el recordatorio de lo que nunca fue.
-Resígnate. ¿Que nunca vas a llegar a nada? ¿Qué es esa mierda de pensamiento? Céntrate en otra cosa. Nadie va a llegar a nada, simplemente porque no hay nada a lo que llegar.
La maldita oscuridad carcomía la mente y el cuerpo. Las miradas sangraban vísceras y no creemos que la salvación sea algo más que un concepto amorfo e irreal. Algo así como las palabras. La gente se mata por ellas sin darse cuenta que no existen más allá de la nada.
La sociedad está mal estructurada, carcomida por la avaricia y egoísmo humanos. No creo que haya cura para eso. Más cura que la de la destrucción nuclear masiva, esperanza misántropa. En tiempos como los que corren la única solución es el punt zero. Volver a un principio para poder hacerlo todo otra vez, de diferente forma.

Dejamos nuestro maldito destino en manos del cara o cruz, pero es que a lo mejor sale canto.


Quema nuestros sueños. Vierte gasolina y no mires atrás.
Jamás.

jueves, 24 de marzo de 2011

Casualidades (y delirios)



Hacía tiempo, mucho, demasiado tiempo que S no pululaba mis sueños ni daba señal de seguir coleando.
La astros se había reducido a cuerpos más cercanos y pequeños, las supernovas abundan poco en estos tiempos. La diferencia se tacha de fealdad y la perfección lo es por ser inalcanzable. Pero no, las supernovas sudan de esas gilipolleces. Ellas, o cualquier entidad que llegue a tal grado de perfección, tienen algo más. Son sueños hechos realidad, pesadillas. 

Justo cuando te acuerdas de algo así es cuando, casualmente, pasa. Suerte que la casualidad es sólo la explicación científica de algo que aún se ignora.
Y allí estaba ella. No pensé que se pudieran echar de menos tales delirios.
Su cuerpo, siempre frágil y pequeño, estaba de espaldas a mí, sentada en cuclillas con la concentración trabajando en algo, completamente ajena a mi persona.
Por un instante quise acercarme y tocarle el hombre, e hice andemán de ello.
-¿Qué quieres?
El tono era cortante. Sabía perfectamente lo que sucedía alrededor.
-No sé. A lo mejor te echaba de menos.
-Nah, admítelo. Nadie echa de menos a otro ser, otra persona ajena a su entidad. El supuesto altruismo de la humanidad no da para tanto. Como mucho echarás de menos la puta tranquilidad que te daba el tener siempre una salida.
-Siempre tan comprensiva, tú.- No tenía ningún tipo de lógica, pero su presencia me alegraba en esos instantes.
-¿Qué te pasa?
Más cortante. Si seguía así haría de mí rodajas.
-Te necesito. Siempre te necesitaré a mi lado.-la habitual súplica que le echaba cada vez que quería aplacar sus ánimos.
-Lo sé. Justo por eso soy la reencarnación de tu perdición. Morirás por mí, y lo sabes.
-No pienso morir por nadie más que mí misma.
-¿Y yo quién soy?
-Touché.
Por primera vez se giró y pude verle el rostro; me miró intensamente. Parte de la tranquilidad inicial se fundió en el ambiente, convirtiéndose en miedo inoxidable, con la duda de si realmente algo de eso era buena idea. Si no sería demasiado para mí.
Su piel estaba completamente blanqucina, y su expresión era la de un no-muerto o cómo coño los llamaran.
Se levantó con agilidad y empezó a dar vueltas a mi alrededor.
-Dime una cosa. ¿Quieres morir?
-¿Ahora?
-Sí, ¿quieres?-su voz era casi eufórica, como si el simple pensamiento la pusiera de bun humor.
Fruncí el ceño, la cosa no me cogía por sorpresa siendo ella quien formulaba las preguntas, pero aún así era algo desconcertante.
-No. No quiero hacerlo. Si sigo vivita y coleando es porque quiero.
-Y eso te deconcierta.-arrugó ligeramente la vista, mirando fijamente a un punto unos 5 centímetros por encima de mi hombre izquierdo.-¿Quieres saber por qué ocurre? Bueno, tú tranquila, en cualquierr caso el que tengas dos días de tranquilidad no significa que hayas madura, encuentres paz cotigo misma y demás cháchara estúpida. No, sólo son altibajos.
-¿Entonces?
-Bueno, si mi presencia te gustaba es por algo. Está claro que cuando vuelvas a caer yo estaré ahí para arrastrarte completamente. No me digas que esperabas un tractado de paz. Tú y yo jamás la tendremos.
Juro que era el momento más irreal de mi vida. Maldita luna gigantesca, su recuerdo aún me desconcertaba.
La brisa pasó suave a nuestro lado, pues las ventanas estaban abiertas de par en par sin que yo las hubiera tocado siquiera. Pero bueno, el mismo cielo se abría encima de S con una sola mirada suya.
Aún así el viento no le cambió un solo pelo de sitio. Seguía completamente intacta.
Me costó un instante conseguir dilucidar mentalmente lo que S decía.
-Sé que jamás habrá silencio en mi vida. Pero una existencia tranquila no es a lo que yo aspiro.
Le di mi mejor sonrisa, y ella me correspondió con una escalofriante.
-Quizá tengas razón.

Siempre había sentido que mi vida eran un cúmulo de casualidades muy improbables sucedidas. Tantos encuentros fortuitos y segundas oportunidades no podían ser porque sí, pero tampoco tenía suficiente alma como para creer en algo más.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Todo va bien



La fragilidad de algunos momentos acojona.
La maldita felicidad es una ilusión, una meta inexistente por la que seguimos levantándonos cada mañana sin razón de ser de echo.
A veces vuelvo a pensar en ti. No entiendo muy bien cómo ni por qué, ya que nisiquiera sé quién eres. Pero aún así te recuerdo, como se recuerdan los olores de la infancia o un sueño que queda grabado en la mente.
Me acojona imaginarme que estoy perdiendo los mejores momentos de mi vida, que todo una data de caducidad incluso antes de empezar. Que todo está condenado de antemano.
No busco excusas para mis pequeños errores, ni siquiera espero que me entiendan. Si no lo han conseguido hasta ahora es que era cierto eso de que todos estamos solos y nadie va a despeinarse un pelo por otro.
Pero, ¿sabes? Todo va bien.
Sigo esperando que aparezcas, te materialices saltando de dentro un sueño estúpido y me contradigas. Supongo que sigo aguardando a que revivan mis ganas de vivir. Sin darme cuenta de que el simple hecho de seguir aquí significa que ya lo han hecho.


Por todos los días jodidamente soleados que aún me quedan por vivir. Que aún nos quedan.

martes, 22 de marzo de 2011

Estertor de muerte




No tenía claro si el mundo giraba en órbitas o alrededor de tus lunares. Habría jurado cualquiera de las dos.
El polvo se acumulaba en su mente y telarañas empapaban su mirada. Hacía tiempo que el mundo había perdido la inocencia y no eran más que esqueletos de lo que una vez fue todo un mundo de destellos. De los destellos de tus pupilas, tan profundos que si te miraba por más de dos segundos temía morir ahogada.
Habría jurado que era verano, pero el aire era demasiado fresco y suave como para acercarse a las masas de calor y cerebros quemados propios de la época. No. Tú y ella teníais que haberos conocido en otoño. No podía ser de otra forma.
Y mientras el ruidito de las ojas chocando contra el suelo ensordecía el alma y algunos pobres desgraciados anhelaban lo que una vez fue luz cegadora, tú y ella -pues por mucho que hubiérais querido jamás hubo un vosotros- quedábais hipnotizados en esa clase de nubes bajas que anuncian lluvia sin ceso. Esa tranquilidad que precede a la tormenta, felicidad en estado puro.
Nadie pudo evitarlo.
Cómo podía adivinarse que todos esos instantes infinitos tuvieran un estertor de muerte. Esto es urgente, murmuraste una vez, la eternidad se nos acaba.


El mundo era un lugar bastante frío en esa época, pero ninguno de los dos se había percatado. La juventud y felicidad extremas son la principal causa de todos los vendedores de la ONCE que pululan las calles hoy en día.
Ella sonreía, cosas extrañas de la vida.
Tú sonreías, hay cosas que nunca cambian.
Pero algo tenía que joderlo todo, ¿verdad? Siempre pasa.
Las píldoras de la felicidad hacían que todo fuera maravilloso, como si por una vez pudiérais escaparos de los cuerpos y vidas que tanto odiábais y el cielo se abriera de par en par.
Entonces -sólo otro instante perdido en decenas de horas moribundas, pues el tiempo parecía esperar ser sacrificado por nuestra conciencia-, ella te cogió la mano, y en la curva de sus labios -tan perfectos como siempre, cosas que nunca cambian- adivinaste cierto temor. No era miedo real, ni espanto; como una mezcla suave de tristeza y anhelo, rabia y compasión, a partes iguales.
Taladró su mirada de perturbada en tu mente. Intentó murmurar algo, leíste un "te quiero", de esos estúpidos que se dicen por si acaso. No conseguiste moverte en horas. Sus ojos sin vida seguían clavados en tu alma, perforando, traspasado cualquier amago de privacidad que pudiera seguir existiendo.
Vuestras almas se fundieron esa noche. Y perdiste tu mitad.


Y nunca más la apartó.

domingo, 20 de marzo de 2011

Últimos paseos


La luna era anormalmente grande esta semana, lo cual sólo decía que simplemente estaba más cerca. Su superficie, surcada de manchas claras, no llegaba a la belleza de la luz artificial de las farolas, pero así era la humanidad; admirando la natura cuando lo que ellos habían hecho era superior. Jodidamente superior.
Las sombras de la noche no existían, habían muerto al compás de nuestras almas. Todo no eran más que simples seres amorfos sin entidad.
La figura que destacaba en ese mar de entes sin luz era como un foco imposible, o un grito de silencio. Su sexo era difícil de determinar, pero parecía una mujer, aunque dudaba que su cuerpo fuera más humano o real que el de un espíritu. A la luz de las farolas sus dedos adoptaban un aspecto anormalmente largo, y parecían llegarle casi hasta las rodillas. Su piel tenía una aspecto amarillento, como corroído por los gusanos. Toda el aura que emanaba desprendía podredumbre y odio, como si eso fuera lo único que la empujara a seguir con esa especie de caminata extrañamente pausada.
Aún así había algo de frágil en eso, había algo realmente doloroso en sus ojos sin iris ni pupila, colores difuminándose en una lucha eterna contra el remordimiento quizá.
Pero el fantasma -y es que no podía llamarse de otra forma- seguía con su paseo, tan ajena a todos los seres que cruzaban su camino como ellos a ella. Horas de calles, plazas, carreteras iluminadas por las estrellas, jodidamente bien situadas en la comodidad que proporcionaba ser completamente ajeno a mundos como éste.
Empezó a cruzar al puente, suspendido sobre un río que sólo bajaba en días de lluvia y apartado de la ciudad. Lugar perfecto para violaciones, seguro.
En un instante justo, el fantasma empezó a susurrar algo. Notas incomprensibles, extrañamente dulces, aspiraban el aire y ahogaban el ambiente en terror. Daba la sensación de que el cualquier momento una raza extraterrestre superior bajaría para llevarse consigo a la figura, tan perfecta que no podía pertenecer a este mundo.
Pero nada de eso ocurrió.
El fantasma se subió a la barandilla del puente. Caída de veinte metros al vacío sobre el lecho fangoso con la luna de fondo. Esa luna jodidamente brillante.
Encontraron el cuerpo, sin cara ni nombre, a la mañana.
No hay más.

jueves, 17 de marzo de 2011

Aquí

La oscuridad era extraña. La habitual sensación de libertad controlada se había desvanecido, dejando paso a cierta sensaión de ahogamiento. Olía a gasolina y a almas hundidas. La niebla misma parecía hacerse más espesa por momentos, y eso sumado a la falta total de luz daba un aspecto casi de paz, como si por momentos hubieran vuelto a los úteros de los que jamás nadie debería haber salido. El coño de las putas de sus madres.

Él le apretaba la mano a ella sin afecto alguno, con la tranquilidad del que sabe que va a perderlo todo y no puede hacer nada para arreglarlo. Brindaba su sonrisa perpetua al mundo y su cigarrillo entre los labios, la única luz próxima en ese mar de estrellas. Fantasmas jodían su sueño, y las ojeras exageradasno le daban más pinta de perturbado mental. En el fondo habría matado a cualquiera por irse de allí, salir de su cuerpo y olvidar lo que el futuro aún tenía que llevarle. Como había oido a veces, quemar el mundo y arder con él.

Ella estaba hipnotizada por la falta total y completa de movimiento del ambiente, como si ese instante fuese eterno. Ella misma parecía petrificada, como si su consciencia se la hubiese vuelto a comer. Aún así, tenía la adrenalina desbocada y de tanto en tanto el flujo de su sangre aceleraba en una carrera imposible hacia ninguna parte, prisionero en su cuerpo. Hubiera matado a cualquiera que intentara sacarla de allí y llevarla a la realidad.

Su mundo ardería entonces.

*   *   *   *   *


-¿Por qué me quieres en tu vida, si sólo soy un trasto inútil que nunca encontrará su sitio?
La pregunta se perdió en el silencio, pero el imapcto del eco en nuestras mentes azotó como un terremoto.
-Sólo te quiero aquí.

martes, 15 de marzo de 2011

Reflexiones estúpidas (para qué engañar)


Los pequeños fracasos se acumulan en mi vida como la locura en la humanidad. Si los detalles dan la felicidad, cuando éstos fallan todo se jode. Es un hecho.
El esqueleto de lo que fue mi atisbo de felicidad ocupa cada día más espacio, como si sólo estuviera para recordarme lo que nunca sucedió. Los procesos mentales que tanto me fascinaban se vuelven vacíos, aburridos. El mundo cobra un pobre tono ocre, advirtiendo que a cualquiera que intente prestar cierto interés no le esperan más que patadas o desesperanza.
No hay mucho que hacer con la vida, sólo se aprende que es mejor no hacerse preguntas y seguir con lo que sea tu mierda personal.




El optimismo es para desesperados anónimos. Sólo cuando crees que vas a perderlo todo a cada paso te alegras de que no suceda (del todo).

viernes, 4 de marzo de 2011

Promesas

-Me siento sola.
J estaba a mi lado, sentado en cuclillas con al mirada perdida en algún otro mundo. Mordisqueaba una chocolatina Twix, de esas que tienen ese horrible caramelo con galleta.
Su mano se acercó a la mía.
-Me tienes aquí, ¿qué más quieres?-sus palabras volaron en forma de sarcasmo, como si quisiera lanzarme dardos envenenados pero se conformara con eso.
-No sé lo que quiero.
-Pero qué gran verdad.
En el fondo sí lo sabía, querría acabar con todo, quería ver mi sangre corriendo por el suelo, quería apagar todas las voces, todos los reproches, olvidarme de las sombras que minaban mi sueño. En fin, que quería pegarme un puto tiro, abrirme el antebrazo en canal.
Jimmy adivinó lo que pensaba y me dirigió una mirada triste; contrastaba con la ironía de antes.
-Déjalo. Lo sabes bien, la autodestrucción, el desprecio, no te llevarán a ningúin sitio. No tiene razón de ser el que te dediques a causarte infelicidad por reprocharte errores que jamás cometiste.
-Tienes razón.- lo dije de corazón, pero eso no cambiaba lo que pensaba.
J acercó su escuálido cuerpo al mío. Atrajo mi cabeza con ternura, y plantó sus labios sobre los míos. No era un beso de amor, ni siquiera de ternura. Sólo una promesa.
Aspiró con fuerza y separó su cara.
-No te volveré a dejar.

*  *  *  *  *
 

El exterior era oscuro, casi siniestro. El silencio me dolía en los oídos. Por un momento recordé lo que me había dicho. El miedo de mí misma me corroía las entrañas.
-Más te vale maldito imbécil. Más te vale.

jueves, 3 de marzo de 2011

The Dark Passenger


A veces imagino como sería si todo lo que está escondido dentro de mí fuese revelado. Pero nunca lo sabré. Vivo escondiéndome. Mi supervivencia depende de eso. Querida y dañada Debra, ella está aquí para encarar lo que queda del monstruo, esculpido en su caparazón, guardarlo, ella ahora también se esconde. La hija de Harry estará condenada si deja a alguien ver cuanto sufre por dentro. Esta es su tragedia.
Mi tragedia es que he matado a la única persona de la que no me tenía que esconder y soy el único que llora su muerte.
Todos me agradecerían si supiesen que fui yo quien acabó con su vida. En efecto, en el fondo estoy seguro de que ellos aprecian mucho mi trabajo. Es así como deben sentirse las personas llenas de gloria, mi oscuridad revelada, mi yo interior acogido, sí, ellos me ven, soy uno de ellos, en sus sueños más sombríos.


Dexter, final de la primera temporada.

miércoles, 2 de marzo de 2011

REM


Cierro los ojos y mis mundos mentales son más bellos que nunca. Estoy cerca de la playa, es de noche y las estrellas brillan de forma dolorosa. Hay alguien a mi lado, diría que eres tú si supiera quién eres. Pero me sonríes y me das un empujón, sales corriendo y desapareces de mi campo de visión. Debería sentirme sola, pero lo único que flota en el aire (anormalmente cargado con cierto aroma a comida) es la felicidad. El ambiente tiene la mezcla perfecta de adrenalina, alegría y tranquilidad. Como si por una vez en mi vida tuviera fuerza.
Vuelves a venir corriend hacia mí desde ninguna parte, y me doy cuenta que soy incapaz de distinguir tus rasgos. Ni siquiera sé si eres hombre o mujer, pero no importa. Y entonces lo comprendo todo. Todo cobra sentido y me doy cuenta que te quiero. Como jamás he querido ni voy a querer a nadie. Mi mente se ilumina y veo la simpleza del mundo. La belleza más completa y temporal que jamás habrá me hace volar.

*  *  *  *  *

Cierro los ojos y mis mundos mentales son más perros que nunca. Estoy en una maldita casa que se cae a pedazos. Hace viento, y aunque sea de noche en el exterior la luz es insoportable. Sombras anónimas me persiguen, murmuran verdades que no quiero escuchar. Soledad entre multitud. El suelo está resbaladizo por la mugre, y hay cucarachas mutantes que devoran hasta el alma. Todo vibra. Mi pequeño mundo tiembla y no parezco interesada en arreglarlo siquiera. Alguien se me acerca. Una sombra anónima, fantasma del remordimiento. Diría que eres tú si supiera quién eres. Acaricias mi mejila con tus labios, que estan tan helados que me hacen retorcerme de frío al mínimo contacto. Pero no hay dolor, sólo impotencia. Sonríes y te vas con los demás, en algo parecido a un ritu de danza improvisado en medio del salón. Sombras bailandole al diablo, en caso de que siga vivo. El temblor se va haciendo más tagible, y mi piel hasta entonces insensible empieza a abultarse como si un alienígena quisiera salir de mi interior. Todo está en mi mente. La situación empieza a perder significado, los mundos se alejan y mi vida parece acercarse a mi pequeño y privado apocalipsis. Paz.

BSO: http://www.youtube.com/watch?v=qP6XKMzmxu4

martes, 1 de marzo de 2011

Despedida



La tormenta se acercaba lenta y pesada, como si la mata de agua quisiera borrar todo rastro de nuestras vidas pero dejara espacio para un último adiós. Caminaste hacia mí y noté que sonreías. Como siempre.
El ambiente estaba cargado de tranquilidad, como si todo lo que habíamos pasado ya no significase nada, como si todo tuviera un sentido, meta y solución.
Me cogiste la mano y murmuraste palabras que sólo recuerdo en sueños.
En algún sitio de aquella maldita ciudad empezó a sonar alguna melodía conocida. Que me aspen si lo noté.
El instante se congeló perfecto y se grabó a fuego en mi mente. Como si supiera de antemano que ése seria el momento más decisivo de mi vida, aunque ya no quedara nada por decidir.
No lo alargamos en despedidas. La suerte estaba echada, pero en ese instante obrábamos por instinto, no hubo tristeza.
Vi tu silueta desvanecerse en la lluvia, que entonces me pareció torrencial. Y sólo me quedó la duda de si habías sido real.