viernes, 31 de diciembre de 2010

Destellos


   A veces pienso que la vida se mide en destellos. No es el dolor, ni la alegría que puedas apreciar en mis ojos, ni siquiera la experiencia vivida, la vida, como la mayoría de cosas en este mundo, desde el mejor concierto del mundo a la metamorfosis de una larva, se mide en destellos; fugaces instantes de clarividencia que te hacen saber que realmente merece la pena; chispas que encienden las emociones, que nos hacen alegrarnos con un simple atardecer o un temblor rebotando en el pecho.
   Pasamos nuestra vida intentando satisfacernos, buscando la felicidad eterna en coches, trabajos o lujuria, sin darnos cuenta que esas cosas no traen la felicidad, y que ésta jamás ha sido eterna, porque, la fin y al cabo, todo lo que saboreemos en este mundo es finito, empezando por la piel y acabando con el alma y la mente.
   Malgastamos la vida intentando encontrar algo seguro, algo a lo que agarrarnos cuando la inseguridad llame, estamos desesperados por sentirnos intocables, cuando somos más cambiantes que el fuego de una cerilla, y más débiles que su luz.
   Perdemos nuestro tiempo pensando que, si nos aburrimos lo bastante como para querer que pase, nos volveremos inmortales, nos crecerán alas o colmillos y encontraremos a nuestra alma gemela por encima de todos los demás.
   Y yo digo, ¿por qué?
   La felicidad es abstracta, lo eterno imposible. Lo intocable se rompe al tocarlo, y las almas gemelas no existen, puesto que si encontráramos a nuestros dobles por ahí, nos cansaríamos de ellos tal como nos cansamos de nosotros mismos sin admitirlo.
   La vida es una explosión de energía bruta condenada desde antes de empezar; no hay nada que podamos hacer, no hay nada que retener, ni situaciones estables.
   Lo único que se puede hacer para pasar tu vida es vivirla, deja fluir las sensaciones, experimentar, enamorarse, emocionarse, llorar, angustiarse... Lo único que podemos hacer en este mundo es apreciarlo todo, porque nada volverá a ser tan hermoso como lo es ahora para nosotros, ningún momento tiene réplica, no podrás repetir ninguna mirada de complicidad ni ningún roce a medio camino entre el llanto y la razón.
   No podemos borrar nuestro destino, pero sí conducirlo.


http://www.youtube.com/watch?v=N3-_DbEYe7A

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