jueves, 2 de agosto de 2012

La ciudad de los deseos




Había una vez una chica con la mirada perdida y la sonrisa eterna. No era una chica demasiado guapa; tenía una melena de pelo azabache encrespado y unos ojos verde fosforescente que quemaban; los labios resecos y el cuerpo de una muñeca plana y diminuta. Pero la chica tenía la curiosa habilidad del convencimiento; todo aquello que pedía a alguien, a quien fuera, se haría realidad. Todo el mundo tenía la imperativa necesidad de satisfacer sus deseos, sin importar lo estúpidos y raros que fueran. Sin importar sus caprichos.
Así, un día la chica iba por la calle y se encontró con un repartidor de pizzas, un hombre joven y feucho, y le pidió un zumo de naranja. El hombre tiró la pizza que estaba llevando y se fue corriendo a un bar cercano a cogerle a la chica su zumo. Fue así como lo despidieron.
Otro día la chica le pidió unos zapatos de ballet a un camionero que estampó su vehículo contra una tienda con tal de conseguírselos.
La chica siempre lo conseguía todo; una vez incluso una madre abandonó a su recién nacido en la calle con tal de conseguirle una tortuga del zoo.
El universo mismo habría cambiado de sentido al girar si ella lo pidiese.
Pero un día la chica se enamoró del único hombre en el mundo que no le daría lo que quería. La chica le pidió una cita y el hombre le contestó que estaba demasiado ocupado, ella suplicó por un ramo de rosas y lo único que le llegó fue una margarita arrugada por el viento. El hombre era inmune a su poder.
Entonces la chica ordenó que el hombre jamás pudiera separarse de ella, así que él, en un pequeño destello, se estiró y empequeñeció, convirtiéndose en un instante en uno de sus largos cabellos negros y posándose en su cabeza.
Al ver lo que había hecho intentó volver atrás, rogar por su existencia otra vez, y pidió con tanta y tanta fuerza que nada de aquello hubiera pasado jamás que el hombre salió de su melena y volvió a ser hombre y que el repartidor de pizzas conservó su empleo y el universo continuó girando como siempre y ella jamás nació.



No es que no me deje conocer, es que no hay mucho que conocer. Muere. 

2 comentarios:

derawrnged_cow dijo...

Me gusta. Mucho. Es tierno de alguna manera...

Anónimo dijo...

Inexplicable, tratar de que expliques lo que escribes es como pedir explicaciones a porque las rosas son hermosas o tratar de explicar el amor.

Luis.