jueves, 5 de enero de 2012

Empezar




Las gotas són de un púrpura translúcido e infeccioso que empapa el cristal, dejando ver sólo a medias.
Miras la calle, empapada en extrañas sombras, pasajeros sin alma. Aunque en los tiempos que corren nadie la tenga. No ahora, no en este sitio, no en mi mente. Son sólo reflejos de lo que pudo haber sido y no fue, caras perdidas; la niña canija de la guardería, el médico de las inyecciones de cianuro, tú. Pasan inexpresivos, son sólo cáscaras vacías; metáfora de ti.
Me giro y echo una mirada a la estancia, austera. Todo tiene un aire cálido a hogar. Todo está como lo dejásteis. Sigues plantado en el mismo sitio de siempre, completamente inmóvil. Muerto, quizá; a veces creo que sería lo mejor. No estaría mal aceptar algunos finales; todo va bien.
La tranquilidad de ese sitio me ampara, siendo ésta uno de los caminos para alcanzar la felicidad más claros. Sin sobresaltos no hay grandes éxitos, pero tampoco tragedias. Y aquí dentro, lejos de la lluvia violeta y de las caras de los muertos de la calle, sólo tengo un par de recuerdos y la seguridad de que nada volverá a ocurrir.

A veces me gusta pensar que algún día me iré y empezaré todo de cero; que podré pintarme otra sonrisa y tener otro nombre. Quizá las segundas oportunidades sean inalcanzables, incluso para aquellos que se arrepienten de verdad.

Esto no es una promesa, sino un desafío.

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