viernes, 27 de mayo de 2011

Pasar página





Había algo mágico flotando en el aire, quizá fuera el perfume a muerte o quizá nuestro futuro aplastándonos, acercándose con mas embestida que nunca.
-No creo en el amor.
-Lo sé, pero es mentira.
Me quedé un rato reflexionándolo, y admití que tenía razón. Como siempre.
-¿Sabes que te quise?
-También lo sé, pero eso se acabó.
-Cierto.
Sonreí, y fue de esas sonrisas que intentas esconder por miedo a que la felicidad se te escape por esa curva.
-¿Le quieres, verdad?
-Sí.
Pasó un largo silencio. Me habría gustado pensar, Jimmy, que te reconcomía que hubiera conseguido todo esto sin ti. Me habría gustado ver una sombra de envidia en ti, pero no fue así. El mundo seguía siendo una mierda, el mundo seguía dando vueltas como una mala puta y el mundo seguía sin merecer la pena, pero algo me susurraba que en el fondo nada importaba. Bueno, salvo una cosa.
-¿Seguirás necesitándome?-La voz de J sonaba algo triste, aunque quizá eran imaginaciones mías.
-No. No te necesito, pero tampoco me importa que sigas por aquí.
-Joder C, no te reconozco.-En cualquier otro momento eso habría sonado a decepción, yo había sido tu proyecto de mentalidad, lo sabía muy bien Jimmy, pero lo dijiste con algo casi parecido a la admiración, algo que jamás habías parecido manifestar hacia mi persona. No antes.
-No sé... ¿es esto felicidad?-Realmente esperaba que me contestaras, tú eras el único que tenía respuestas para estas cosas.
-Aún te queda mucho camino para eso, pequeña. Pero confío en ti. Aunque bien pensado no, no confío en ti, confío en él.
Lancé una carcvajada nerviosa al aire, había algo que me ponía los pelos de punta en lo que habías dicho, y no acertaba muy bien a saber qué era.
Jimmy simplemete dio media vuelta, con su pitillo entre los labios y esa mirada que era más vieja que el universo.

*   *   *   *   *

Siempre digo que las sombras nunca dejarán de seguirnos, que el pasado se nos graba a fuego en la mente y nada desaparece realmente. Pasar página es continuar en la misma historia. Pero ahí está J y aquí estoy yo. Y soy feliz porque ¿sabes qué? Todo brilla.

sábado, 21 de mayo de 2011

Nadie




Los ojos esmeralda de Nadie me taladran el cráneo. ¿O son rojos? Sí, es eso, rojos como la sangre pura, sin ensuciar. Estoy en un avión. En el fondo no tiene sentido, creo recordar que hace sólo dos semanas era un canguro. ¿Qué coño hacía un canguro en un avión? El proyecto de evolución personal es algo del pasado, anuncia una voz en off, tomen asiento y abróchense los cinturones, despegamos hacia el subconsciente, señoras y señores. Entonces se oye un pequeño estruendo, anomalías aéreas sin importancia, dice Nadie, que se sienta a mi lado. Nadie es delgado, y tan pálido que sólo podía esperar que oliera a cadáver, pero no es así. Nadie huele a caramelo derretido y a la casa de mi abuela cuando era niña, a mercado los sábados y escuela los lunes; Nadie huele a pasado e infancia. Entonces N se gira hacia mi, con esos hojos tan rojos que parecen cerezas desangrándose:
-¿Sabes? Deberías tomártelo todo con más calma.
-¿Por qué lo dices?
-Porque eres un canguro.-justo en ese momento veo mi reflejo en la ventanilla del avión; tiene razón.
Estamos sentados al lado de los motores, así que el estruendo es insoportable, mucho más de lo habitual. De pronto el avión se inclina bruscamente hacia la izquierda. Los pasajeros, gente sin nombre ni cara hasta ese momento, empiezan a coger las mascarillas de oxígeno y a ponérselas como títeres, sólo que esta vez no contienen aire, sino un líquido viscoso y rojizo; justo igual que la mirada de Nadie.
Entonces miro por la ventanilla; todo el cielo está pintado en sangre, vibrante. Estoy sobrevolando el océano de mundos parelelos que es la Nada.
Me giro hacia Nadie.
-¿Quién eres?.-ahora me doy cuenta de que, por mucho que sea un canguro, conservo mi voz humana intacta.
-Lo importante no es quien soy, sino porqué estoy aquí.
-¿Y?
Nadie sonrió enseñándome una hilera de colmillos amarillentos.
-Es obvio. Para matarte.

Compradores


Siempre he tenido alguna especie de obsesión malsana con la muerte. Hay algo completamente mágico o sexual en pensar en un gatito muriendo de inanición o que algún día gusanos anidarán en mis cuencas oculares. Quizá sea yo la que esté algo torcida, quién sabe, pero los medios de comunicación nos la venden en bandejitas de plata y nadie dice nada. Es más, la población entera se hace pajas mentales con una adolescente violada y descuartizada de turno. Y no pasa nada, porque todos hacemos como que lloramos por ella, pero sin que tengamos luego ningún pelo en la lengua para condenar a quién a nosotros nos parezca. Porque todo lo que no se aun subproducto del mundo capitalista es una amenaza, y si alguien se atreve a luchar por sus principios, por muy equivocados que puedan estar -pues no somos nadie para juzgar-, no dudamos en hacer lo correcto para seguir con la feliz deshumanización y crueldad de las empresas que dirigen todo nuestro mundo.
Los ideales son bienes escasos, y los poseedores tachados de locos. ¿Desde cuando se puede morir por el echo de que a una empresa de coches les de pereza mejorar su modelo, pero no por principios? Es lo único que quedará de nosotros cuando ya nadie nos recuerde; las ideas. Pero eso no tenemos derecho a saberlo. ¿Qué pasaría si de golpe todo esto dejara de funcinoar a base de dinero? El verde mueve montañas, bien es sabido por todos los pingüinos violadores de despacho. En el fondo sólo somos putas con distintos precios. Y todo lo demás da igual. No hay solución. No hay punto cero al que podamos volver ni hay escapatoria, y llega un momento en el que da igual.

Sólo somos eso: posibles compradores, aún quitando lo de posibles, somos compradores o no somos nadie. 

martes, 17 de mayo de 2011

A donde quiera




Guitarras desafinadas hacían vibrar el ambiente, el aire mismo temblaba, saturado de alcohol y adrenalina.
-¿Sabes? Te echaba de menos.-Tu voz pelada, fuerte para que te oyera por encima de la música.
-No me digas, ¿qué quieres que responda a eso?
-¿Qué es lo que tú piensas al respecto?- Estabas peligrosamente cerca de mí, como esperando o deseando que realmente me tirara encima de ti a las primeras de cambio.
-Pienso que nos hemos perdido, que somos niños grandes que tuvieron demasiados sueños y no pudieron cumplir ninguno. Pienso que nos escondemos el uno detrás del otro para no ver un mundo que nos da miedo; la responsabilidad no es el fuerte de ninguno de los dos, no queremos aguantar a nadie pero tampoco estar solos.
-Así que si no fuera porque somos unos vagos acabados tú ni estarías aquí.
-Tú menos aún cariño.-Por tu cara podía jurar que me hubieras despedazado ahí mismo si hubieras podido, pero ambos sabíamos que había cosas que tenías más ganas de hacerme que cortarme a trocitos. Pero no iba a caer. No esta vez.
-No paras de soltar juicios estúpidos sobre la gente. ¿Tanto te aburres? La música es buena, la nocohe es joven, como suelen decir, y ninguno de estos desconocidos se acordará de lo que hicieron hoy, tú incluida. Pensaba que estas cosas te la ponían dura.
-No sé, ¿será que he madurado?
-Usas esa palabra con demasiada soltura. Tú misma lo has dicho, somos casos perdidos.
-¿Tocada y hundida?
-No te pases de lista.- Creo que eso fue tu despedida. Te volviste y mezclaste entre la gente, la verdad es que ni me importaba. Éramos como imanes, ninguno podía escaparse por demasiado tiempo. Y la noche era joven, aunque yo me sintiera vieja desde hacía mucho.

*   *   *   *   *

- Escucha, a ellos sólo les importa de donde viene la gente y lo realmente importante es a donde va.
- Y tu a dónde vas?
- A donde quiera.

lunes, 16 de mayo de 2011

La carta




Había chispas en el ambiente y sus lágriamas corrían como ríos. La tarde dejaba paso al atardecer y el mundo adquiría una tonalidad mágica, como si cada brío de hierba o cada baldosa del suelo cobrara vida y gritara, más alto que nunca, que todo, TODO era posible.
Pero la tristeza inundaba la estancia, sin agilidad suficiente como para saltar por la ventana abierta. Había leído y releído esa carta, centenares, miles, infinitas veces rezando para que existiera alguna retorcida ley física que hiciera que la tinta se corriera y borrara su dolor. Pero nada de eso ocurriría.
Memorizó cada trazo de boli perfecto, cada falta de ortografía y puñalada trapera. Y lloró un río a cada lado de esos ojos, demasiado parecidos a los del felino que estaba a sus pies. El mundo se le emborronó; había envejecido veinte años en una tarde, o quizá sólo había madurado un poco más, quién sabe. Siempre había sentido que el universo era un lugar triste, pero jamás lo había creído.
Y entonces algo ocurrió. Algo mágico, perfecto; se quedó sin lágrimas. Simplemente no sintió nada. Se levantó del sofá, llevándose al gato y parte de la juventud de su mirada por delante. Fue hacia el balcón abierto, clavando sus ojos en la calle. Estudiando cada desconocido que pasaba por debajo, pequeños mundos extraños. Acercó sus pies, saltando y sentándose a la barandilla.
Merecería la pena morir por esa luz.
Y quiso hacerlo. No habría más recuerdos ni dolor. Así que por una vez siguió su instinto, esa voz interior que no paraba de gritarle que se tirara desde que sus ojos habían bebido de los atardeceres del mundo por primera vez. Su cuerpo caería fugaz, sería una muerte rápida.

Pero lo único que llegó al suelo fue un trozo de papel.

sábado, 14 de mayo de 2011

L'atrapasomnis

No soy la mejor de las personas, y sabes que jamás intentaré serlo. Pero esto no va sobre mí. Esto ni siquiera va sobre ti- mi atrapasueños-, o sobre nosotros. Hay algo que llega más allá.
La lluvia empapa un mundo de sombras. Todo brilla bañado en agua sagrada. Los fantasmas siguen y me seguirán para siempre, sólo porque he descubierto que no necesito que nadie los exorcice: forman parte de mí. Pero la luz no esconde la sombra, simplemente la ahoga, como si antes ni siquiera hubieran existido. Y tú eres una luz.
Somos pequeños centros de energía, como neones en la noche de este sitio que me reconcomía un alma que creía perdida. Y es que somos almas muertas, inexistentes, haciéndonos el boca a boca mutuamente, tratando de salvar insalvables. Pero eso no importa. Esto va más allá.
El sol se come el mundo. Brilla tan fuerte que parece succionarle la energía a un sitio que antes me parecía marchito, despreciable. Podrido. Un sitio que no podía tener sentido, ni metas. Pero no hace falta que las tenga. Porque esto va más allá.
No hay recuerdos, ni pasado. Sólo presente. Sólo tú y yo. Caminos en los que más vale perderse hasta que nos encontremos el uno al otro. Momentos grabados a fuego en el alma e instantes fugaces; y por una vez en mi vida quiero vivir. Quiero tener ojeras por tu culpa, y volver a casa con tu olor en la ropa. Quiero compartir manzanas y que la gente nos grite en los semáforos. Y esto ni siquiera va sobre nosotros. Esto es sobre el futuro más brillante que he visto en mi vida. El camino que nos queda.

Sólo el amor inalcanzable puede ser romántico, por eso esto jamás lo será. Porqué aquí estás tú y aquí estoy yo. Y todo brilla.